miércoles, 3 de junio de 2009

LAS VENDEDORAS DE LA ESTACIÓN:

Que sabroso y entretenido era bajarse en la estación de trenes de Limache. Los viajeros, ansiosos por comerse un huevo duro o refrescarse con una bebida helada, comenzaban a prepararse no bien el conductor anunciaba las cercanías de dicha ciudad, sabedores todos que allí les esperaban a los pasajeros que viajaban hacia o desde Santiago para ofrecerles un sinfín de dulces productos. Inspiraban confianza pues lo impecable de esa especie de uniforme que las identificaba, lograba que los pasajeros adquirieran sin recelo de todo aquello que hacían desfilar ante sus ojos: bebidas, dulces chilenitos, confites, incluso flores. Provocaba una sensación muy especial el escuchar sus gritos dando publicidad a sus productos. Todas portaban en su delantal un número metálico dorado que las identificaba. Se dice que ascendían a diecisiete y todas ganaban a comisión. Las jefas o dueñas de los locales eran aproximadamente seis. Lo pintoresco era que el tren siempre esperaba que hasta que el último de sus pasajeros estuviese servido para reiniciar el viaje. Los conductores, lógicamente, también disfrutaban de la detención y de la mercancía ofrecida por aquellas mujeres, frente a la gran demanda, se debían reponer a lo menos tres o cuatro veces durante el día. Eran los años de 1921 a 1933.
Era toda una institución en Limache, pero el paso del tiempo y la modernización acabo con ella. Comenzaba la era de la velocidad, por consiguiente, la del constante apuro que terminó por abatir el apacible ritmo de los antiguos ferrocarriles. Los trenes dejaron de esperar el servicio de las venteras presionados por el cumplimiento de horarios que le permitieran competir con los buses Inter-urbanos. Los viajeros que permanecieron fieles a este medio de locomoción, se vieron entonces en la obligación de llevar su propio cocaví, si es que querían evitar el ataque del hombre en los trayectos más extensos.
A pesar de su desaparición, aún se les recuerda con cariño. Gracias a las vendedoras de la estación, tenemos algo más que contar de este querido Limache.

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